¿Crees que existe la brecha de género en las industrias creativas?
Creo que la brecha de género es algo que atraviesa toda la sociedad de forma sistémica y que, inevitablemente, también afecta al mundo del arte.
¿Alguna vez has sentido que has tenido menos oportunidades por ser mujer?
En mi caso, creo que el ser mujer se mezcla con otras cuestiones como ser joven y enferma crónica. Todas estas categorías han hecho que, en varias ocasiones, no se me haya tomado en serio o haya tenido que soportar muchas actitudes paternalistas, especialmente por parte de hombres mayores que yo, que han querido explicarme cómo debería (y cómo no debería) hacer las cosas. También creo que las mujeres sufrimos más el síndrome de la impostora, y esa falta de confianza en nosotras mismas es algo que muchas veces nos frena a la hora de desarrollar un proyecto y tratar de conseguir esas oportunidades.
Hablemos de Sororidad, ¿Es importante para ti sentirte acompañada de otras mujeres que se encuentren en la misma situación que tú? ¿Por qué?
Sí. Siempre he entendido el arte y la literatura como una red o un prisma que conecta a las creadoras entre sí, y también a las lectoras y espectadoras. Creamos en comunidad, partiendo de las palabras o las obras de otras personas, de un recuerdo o una experiencia compartida. Me gustan mucho los proyectos colectivos, y creo que el arte es una gran herramienta de comunicación y de unión entre nosotras. La mayoría de artistas y escritoras con las que me relaciono son mujeres; supongo que es porque esas vivencias compartidas hacen que me vea más reflejada en sus obras y sus discursos.
¿Qué crees que es necesario para empezar a promover el liderazgo femenino?
En primer lugar, creo que necesitamos más referentes, y necesitamos conocerlas antes. Personalmente, me he pasado casi toda mi vida, al menos hasta terminar la carrera a los 22 años, leyendo a hombres (blancos, heterosexuales, capacitados, de clase media-alta…) y analizando sus obras. Solo después empecé a leer a mujeres y a descubrir a otras artistas que nunca se habían mencionado en clase. Y esto es un trabajo que todavía tenemos que hacer por nuestra cuenta. Pero no podemos creer en nosotras mismas, ni aspirar a convertirnos en grandes académicas, escritoras o artistas, si no podemos identificarnos con nuestros referentes. También necesitamos, como decía antes, romper con el síndrome de la impostora para recuperar nuestro poder y sentirnos capaces de hacer aquello que realmente deseamos.
¿Dónde te ves dentro de 10 años?
Mis planes de futuro han cambiado mucho durante los últimos años debido a mi estado de salud, así que no sé ni por dónde empezar a responder esta pregunta. Me gustaría decir que me veo mejor, con más fuerzas, aprendiendo a controlar mi enfermedad, y que seguiré escribiendo y experimentando con la fotografía analógica. O que habré retomado mi tesis doctoral, o que estaré viviendo lejos, cumpliendo mi sueño de ser nómada y no tener casa, no depender de nadie. Pero sé que esto no es más que un sueño, así que me conformo con ser capaz de seguir creando, estar bien acompañada y no tener demasiados problemas económicos.
Háblanos de tu proceso creativo, ¿Cómo abordas tus proyectos?
Depende mucho del proyecto. La escritura para mí requiere más tiempo de preparación previa: intento tener claro sobre qué quiero hablar y cómo quiero hacerlo, voy tomando notas, y hago una especie de trabajo de investigación, leyendo libros sobre el tema, apuntando citas… También suelo hacer listas de palabras que me gustaría utilizar. Escribir, entonces, es como hacer un puzzle, o como tejer, conectando las palabras y las notas entre sí. Pero a veces también escribo sin pensar, dejando que el texto me lleve y me guíe. En fotografía también combino estas dos formas de crear. A veces hago series de fotos muy bien pensadas, con materiales concretos, vestuario, ambientes previamente escogidos… Suelo crear una carpeta con imágenes que tienen que ver con lo que quiero hacer y me sirven de inspiración, hago algunos bocetos, apunto ideas… Pero otras veces simplemente llevo la cámara conmigo y capturo aquello que llama mi atención. O me pongo frente a la cámara e intento retratarme como me siento en ese momento. Cuando hago sesiones con otras personas, me lo suelo pensar más. El autorretrato, en ese sentido, suele ser un poco más libre o intuitivo, como la fotografía de viajes, que era algo que solía hacer mucho antes de enfermar.
¿Tienes algún proyecto personal?
¿Dónde podemos seguir tu trabajo?
www.iosunedegoni.bigcartel.com